El proyecto plantea una intervención que, por primera vez en su historia, afecta a la totalidad del edificio, su ampliación y los espacios exteriores contiguos. Se trata, por tanto, de una oportunidad para la integración y adecuación del conjunto edificado, atendiendo a la relación entre sus diferentes partes y volúmenes, y proponiendo una lectura unitaria y coherente de la síntesis resultante.
Por tanto, el nuevo Edificio Departamental se plantea en continuidad física, material e histórica con el existente, siguiendo las reglas del juego de un tablero ya consolidado. La continuidad volumétrica atiende a las alineaciones, retranqueos y escalonamiento de volúmenes del edificio de Borobio y Beltrán, como prolongación del bloque longitudinal de 5 alturas, con tres alas o pabellones perpendiculares al anterior, y una menor altura del edificio en el perímetro, atendiendo a una escala más amable, de menor altura hacia el peatón del campus y hacia la calle Pedro Cerbuna.
Otro de los objetivos fundamentales del proyecto es ofrecer condiciones óptimas para desarrollar la actividad docente e investigadora, así como la producción y transferencia del conocimiento y el intercambio de ideas entre profesores, investigadores y alumnos. El edificio propone una distribución clara y racional, con espacios de trabajo generosos y confortables, y espacios interiores variados y luminosos.
El nuevo Edificio Departamental (EDE) se plantea desde el inicio como un Edificio de Energía Casi Nula y ofrece una respuesta ambiciosa a los actuales retos de sostenibilidad y eficiencia energética.